martes, 1 de noviembre de 2016

LOS AMANTES ANÓNIMOS (autodefinición)

Sí, voy a hablar de mi libro, como el ilustre y maravilloso escritor vallisoletano. Sin pudor, ni rubor, le ruego que no me lo tome en cuenta, me apetece y lo necesito. Comencé a escribir Los amantes anónimos, que en un par de días llega a las librerías –instante publicidad para nada subliminal-, en un momento muy jodido de mi vida. Me asomaba a la ventana y lo único que me salía era contar lo jodido que estaba, con pelos y señales. Un canto a lo jodido. Y durante unos días estuve así, hurgando en la herida, arrancándome la costra una y otra vez, como si necesitara sentir el dolor en cada momento. Por suerte, una mañana, recuerdo que lucía un sol intenso y arrebatador, descubrí que la historia que quería contar la tenía al otro lado de la ventana. Estaba allí, sí, esperándome. Tal vez dispuesta para salvarme. Siempre he mantenido y pretendido no repetirme, no ser ese tipo de escritor que se pasa la vida ofreciendo la misma novela, una vez y otra. Del mismo modo, siempre he mantenido y pretendido fusionar género y Literatura. No hay géneros mayores o menores, y sí hay buena o mala Literatura. Sobre Los amantes anónimos habrá quien hable de novela negra, de novela criminal, de suspense, de intriga, también de thriller, que yo mismo comparto, y también supongo que hablarán mucho de homenajes, que confieso yo, de antemano. Sí, Los amantes anónimos es un homenaje a todas esas series de televisión, películas y libros que me han fascinado, y por eso habrá quien encuentre a Seven, a El silencio de los corderos, a Breaking Bad, a True detectives, a Fargo, a La Isla Mínima, a Fincher, Hitchcock y a Jarmusch, a Stieg Larsson, a Perdidos, a El Mentalista, a Mankell, a Dexter, a CSI, a Castle, a Holmes y Watson o a Vázquez Montalbán, y me detengo ya porque la lista podría ocupar todo este artículo. Y es que siempre he mantenido y pretendido ofrecer novelas actuales, contemporáneas, convencido de que la Literatura debe evolucionar a la misma velocidad y en la misma dirección que lo hace la sociedad y, por tanto, todas las manifestaciones culturales que la representan.
Los amantes anónimos es, en realidad, tanto en estructura como argumentalmente, una serie de televisión que he narrado o literaturizado, escoja el verbo. Yo la he visto en mi cabeza, episodio a episodio, capítulo a capítulo. Y como si se tratara de una serie, Los amantes anónimos es una temporada completa. Aprovecho para adelantar la primera exclusiva: no se trata de la primera temporada, tampoco del episodio piloto, y hasta aquí puedo leer. Y es que Carmen Puerto, la inspectora de policía que protagoniza la historia, ha llegado para quedarse. Desde que la conocí, o desde que se coló en mi cabeza, para ser más preciso, he tenido muy claro que se trata de uno de esos personajes que marcan y definen una trayectoria literaria. Permanentemente malhumorada, inteligente, bella a su manera, perspicaz, intuitiva, quisquillosa, ácida, fantasiosa, culta, brillante, locuaz, son algunos de los pocos adjetivos que puedo desvelar sobre Carmen Puerto, ya que prefiero reservar en la recámara de la lectura aquellos que mejor la definen. Es complicada, sí, mucho, Carmen es muy compleja, poliédrica, celestial e infernal al mismo tiempo, principio y fin, y yo qué sé cuántas cosas más, pero por todo eso o a pesar de todo eso me ha cautivado –y espero que a usted también lo haga. 

Nunca he relacionado la narrativa, escribir, con un acto molesto, doloroso y todas esas cosas que se dicen y que por suerte no he padecido nunca, pero es que en el caso concreto de Los amantes anónimos me atrevería a hablar de fiesta permanente. De juerga. Ese tiempo jodido que comentaba al principio desapareció por arte de magia. Lo he pasado realmente bien, he disfrutado cada página como hacía tiempo que no me sucedía. Otra vez, y hasta límites que no me atrevo a contar por no ofrecer una imagen esquizoide de mí mismo, he convivido con los personajes de la novela, especialmente con Carmen Puerto. Carmen, puñetera, a pesar de tus excentricidades, a pesar de esos arranques tuyos tan avinagrados, quiero que sigas a mi lado. Necesito volver a sentir toda esa energía que me has regalado.

domingo, 30 de octubre de 2016

LOS AMANTES ANÓNIMOS / THE ANONYMOUS LOVERS

(The Anonymous Lovers)
Carmen Puerto is an inspector of the National Police Corps, but she has been living confined to her Sevillian residence for the last six years. She has rented her house to a discreet hairdresser, Jesus Fernández, who is in charge of doing the household shopping and sending it through a service lift. And yet Carmen only needs her laptop and her mobile to be a policewoman.
Despite her strange way of relating to the world, the consequence of an alleged fatal mistake she made long ago during an investigation, her boss is not resigned to do without her, not when there is a case of unusual complexity. Various frozen human remains appear in three Spanish cities: Barcelona, ​​Madrid and Seville. In her investigation, Carmen Puerto will count on the collaboration of her former colleagues Jaime and Julia, who will act as her eyes and ears.
Los amantes anónimos is a fascinating literary foray into the strange combination of loneliness and hyperconnection that characterizes contemporary society, and a brilliant twist on the detective genre. Thanks to the strength of the characters and a story that immerses the reader into the details of the investigation as if he were a member of Carmen’s team, Salvador Gutierrez Solis pushes to the limit the traditional question of who is the murderer, immersing us in a plot marked by the profound technological changes of recent decades. In Los amantes anónimos the border between the real and the virtual tends to get confused and blurred, throwing its protagonists at a breakneck into a risky search for something that always eludes them.

viernes, 21 de octubre de 2016

LOS AMANTES ANÓNIMOS, EN NOVIEMBRE A LA VENTA

Carmen Puerto, una inspectora de policía de mediana edad, vive desde hace seis años recluida en su casa sevillana. Le ha alquilado los bajos de su casa a Jesús, un tranquilo y apocado peluquero que se encarga de hacerle la compra y mandársela a través de un montacargas interior, y desarrolla toda su actividad como policía a través del portátil y el móvil.
A pesar de esta extraña forma de relacionarse con el mundo y del error que supuestamente cometió en su última investigación, su superior no se ve capaz de prescindir de ella y menos cuando se le presenta un caso complejo. En un mismo día aparecen distintos restos humanos congelados en tres ciudades también distintas: Barcelona, Madrid y Sevilla. Carmen Puerto contará con la colaboración de su ex compañero Jaime y de Julia, convertidos en sus ojos y sus oídos, para resolver el enigma.
Los amantes anónimos es una fascinante incursión literaria a la extraña combinación de soledad e hiperconexión que caracteriza  la sociedad contemporánea, y una brillante vuelta de tuerca al género policial. Gracias a la fuerza de los personajes y un relato que permite al lector conocer los pormenores de la investigación como si fuera un miembro más del equipo de Carmen,  Salvador Gutiérrez Solís lleva al límite la tradicional pregunta de quién cometió el crimen y nos sumerge en una trama cuyo desenlace está marcado por las profundas transformaciones impuestas por la tecnología en las últimas décadas. En el mundo que nos presenta Los amantes anónimos,  la frontera entre lo real y lo virtual tiende a confundirse y difuminarse para lanzar a las personas a una vertiginosa y arriesgada búsqueda de algo que siempre se les escapa.